Una pequeña casa situada en el distrito de Chamberí es la elección de Carol para su nuevo hogar. Pequeña y compartimentada pero con bonitas balconeras dignas de resaltar. Sus paredes recogen vivencias familiares y modos de vida anteriores que, pese a la nostalgia, ahora conviene adecuar a las nuevas necesidades.
Divisiones antiguas desaparecen completamente dando paso a un espacio abierto donde el acceso, la cocina y el salón se funden compartiendo la luz y las vistas, mientras se reserva la intimidad para el baño y dormitorio. El uso del blanco y el empleo de un mismo suelo en casi toda la casa fomentan la sensación de amplitud. Las balconeras, como escenario de fondo, dan paso a la luz que se cuela hasta el acceso de la vivienda, y en la cocina se ha rescatado el ladrillo oculto de un muro de carga resaltando el carácter de sus paredes; paredes de un nuevo espacio dilatado, luminoso y predispuesto a que en él se disfrute del hogar y, por supuesto, de la vida.