Míralas, míralas… porque son bonitas, tienen personalidad y encanto, al igual que otros elementos que guardan sus paredes. Una casa a la que hay que observar, escuchar y sentir por lo mucho que refleja y gusta a sus dueños. Mantener esa esencia antigua adecuándola a nuestros días ha sido una de las premisas, junto con la búsqueda de luz y la necesaria reorganización del espacio.
El resultado es esa estética en sus puertas talladas, en sus suelos redibujados, en sus ventanas y contraventanas, altos techos, recovecos y giros. Esa estética en un espacio cuyo protagonista es un cuadro, o en ese otro donde una talla antigua destaca aún más su belleza. Estética en una gran biblioteca que articula el despacho, o en la combinación de pasado y presente… Estética del lugar, casa, refugio, donde el acceso invita a la zona pública a través de un hall con gran presencia. Salón, despacho y cocina la completan. Un dormitorio de invitados y un baño acompañan al pasillo hasta la entrada a su zona privada: una gran suite compuesta por un dormitorio, un baño diferente y un vestidor al fondo. Una estética, en definitiva, generada por el carácter entusiasta y positivo de Ángel y María que ha llenado de belleza y de disfrute este proyecto y a nosotros.